El desánimo es una sensación poderosa. Es capaz de convertir una victoria en derrota y de hacernos creer que nuestros empeños son tarea imposible.
A la hora de escribir es especialmente peligroso, pues es capaz de engañar a nuestra razón, aduciendo rechazos que no se han producido o un fracaso tan solo anunciado. Tenemos que estar en guardia frente a él y no dejarnos vencer por futuribles que, de ser, tendrán lugar en el mañana, donde no pueden alcanzarnos todavía. Los problemas de uno en uno y según vengan, que la desesperanza es el peor de los fracasos, y decía mi abuela que Dios aprieta, pero nunca ahoga.
No dejéis de respirar, que el triunfo le llega al que persevera en la virtud, y la fortaleza de espíritu es, sin lugar a dudas, la más agradecida de todas.
Que verdad es!!!!
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